ETIENNE LECOMTE

Por casualidad, resulta que estuve presente en uno de los dos conciertos que fueron registrados para hacer este disco, el de Barcelona. Recuerdo que entonces varias personas me recomendaron vivamente que fuera a verlos. Y lo cierto es que el concierto me impresionó gratamente, y lo sé además porque esa misma noche tomé unas notas que, miren por donde, voy a poder usar ahora, ya que parte del material de este disco proviene de aquella noche. Lo primero que quiero señalar de este trío es que me gusta su sonido, es distinto, no suena a nada de lo que se hace por aquí. Y cuando digo sonido lo digo de una manera amplia, no sólo por el colorido que aporta su peculiar instrumentación, sino por la forma e interpretación de los temas. El trabajo de Lecomte a las flautas es excepcional, pero no menos que su labor como compositor y arreglista. Justamente, el disco se abre con un arreglo particularísimo del ellingtoniano “In A Mellow Tone” que segmentan en dos partes. Podríamos poner la lupa en ese tema para hablar de todo el disco, en él encontramos prácticamente todo lo que ofrece el Vrak’Trio. Por ejemplo, ese sonido selvático y denso que, como apunté hace un año y pico, me parecía que llevaba algo africano dentro. Supongo que Lecomte, francés, detalle importante, debe tener muy presente esa conexión con África. Y no sólo él, Guitton y Roca secundan esa impresión. La tuba, que teóricamente funciona como un bajo, aunque también tenga sus momentos de fuga, aporta un sonido de cuerno, profundo y misterioso (a veces suena como un didgeridoo). La batería, tratada como percusión (campanillas, manos, paños sobre la caja), es seca, en el sentido de desprovista de todo sentido de la ornamentación, y procura ese ambiente frondoso (y a veces tribal). Y, finalmente, las agudas y penetrantes flautas, que dan el toque de lamento o grito humano (en ocasiones vocaliza mientras la toca). El hombre y un entorno, lo necesario para elaborar un relato. Regresemos, ya para acabar, a “In A Mellow Tone” y a su personal arreglo e interpretación, que sugiere las licencias que se tomaba Mingus con el mismo Ellington, sobre todo por el juego de contrastes y timbres. Pero hay otros temas, como “La marche des chameaux” y su aroma árabe, “Tchak” con la gracia de su línea melódica, o esa extraña versión de “Tales Of Rumi” de Charles Lloyd, que me gusta más que la original. Elementos muy jazzeros también a veces, combinados con cosas que suenan a música clásica y contemporánea. En fin, chapeau. (Jack Torrance)

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